ESCAPAR DE LA TORMENTA – Osole Visual

Era uno de esos días en medio de una temporada loca de trabajo, de esas en las que la sensación de no tener tiempo para nada se te apodera. Era el momento de parar el mundo y salir a descubrir algo “nuevo”.

“Sin duda, una ruta para detenerse y sentir lo vieja que es la humanidad y todavía más la tierra”    

(Zona Zero)

Y con esta motivación que nos dio la “intro” de Zona Zero y los consejos de nuestra amiga Maïa nos fuimos a Olsón en el Biello Sobrarbe: lo más profundo de la frontera entre Sobrarbe y Somontano. La meteo prometía respetarnos lo justo (por lo menos hasta el final de la ruta) así que, sin mucha demora, empezamos a pedalear.

Dejamos atrás la llamada “Catedral de Sobrarbe” en Olsón con bastante calor, para comenzar un viaje hacia atrás en el tiempo. En apenas unos kms de pista y senda, saltamos desde el s. XVI de esa catedral al s. XI del Castillo de Esplubiello a medio Camino entre Olsón y Hospitaled. Siempre decimos que “somos unos suertudos” por vivir donde vivimos. Salir en bici y poder viajar así en el tiempo tiene un valor difícil de explicar. Incluso sentimos que nuestras bicis son cohetes que nos llevan a otro planeta.

El Castillo de Esplubiello merecía la pena una parada para imaginar cómo sería la vida mil años atrás en semejante lugar. Pero… ¡espera! ¡Mira estos agujeros en la arenisca! Cuentan los que saben de esto que la gente que vivió aquí aprovechó estas rocas para muchas cosas, desde almacenar cereal a refugiarse. De aquí hasta Hospitaled y luego Bárcabo vivimos una experiencia fascinante: No dejábamos de pedalear al sol, pero siempre escapando de unos nubarrones enormes que iban barriendo a nuestro paso el espacio que recorríamos.

Después de varios kms sin parar de subir, aún nos quedaba un último repecho desde Bárcabo a Campo Royo siempre con esa impresión de escapar de la tormenta y de unas nubes cada vez más negras. Una vez en el sendero que nos llevaba a Frontiñán, o como dice ZZ “la última frontera”, quedaba lo mejor, vistas de infarto sobre el cañón del Vero y las montañas más altas de nuestro Sobrarbe. Eso sí, también empezábamos a ver cómo la tormenta se iba acercando cada vez más.

Llegamos a Frontiñán, ya estábamos allí y entre todos decidimos no perdernos la visita al trujar, un lagar en medio de ninguna parte que despertó un montón de preguntas. Aquí nos pasó algo increíble, veíamos la lluvia empezar a caer, la tormenta estaba apenas a unos metros pero justo en nuestro camino seguía sin llover. Había momentos en los que podíamos estirar la mano y sentir la lluvia, ahí mismo, en la punta de nuestros dedos.

Nos pusimos en marcha rápidamente y al poco de empezar a bajar de nuevo hacia Olsón empezó a granizar y después a “jarrear” como si no hubiera un mañana. Lejos de lo que pueda parecer, para Fabián fue una gran aventura. Concentrado en lo que hacía entre papá y mamá, disfrutó del camino, del cruce de barrancos, de empujar la bici y seguir adelante cuando la cosa se ponía cuesta arriba (en todos los sentidos, jeje)

Fue un final muy divertido (sobre todo cuando sabes que tu seguridad no está en riesgo, claro!), muy edificante y muy mojado!! De vuelta a casa, secos y calentitos qué mejor que disfrutar de una buena merienda y ver las fotos del día pensando ya en la próxima aventura!!

Producción y redacción: Isabel Santolaria.

Fotografía y vídeo: Martín Campoy.

Creado por: Osole Visual.

 

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