Ljubljana, Eslovenia, 15 de agosto de 2012
Dos alforjas Aqua Back Plus, una Top Case encima y una Aqua Box para el manillar. La noche antes de empezar mi vuelta al mundo en bicicleta no tenía ni idea de cómo metería ahí todo lo necesario para sobrevivir más de un año en la carretera. Apenas pude dormir resolviendo tal rompecabezas y por los nervios, pero ya no había vuelta atrás: tenía una bici híbrida ideal para el cicloturismo, la ruta por los cinco continentes preparada y todo el material necesario proporcionado por Edelrid y Vaude.
Por fin amaneció y me reuní con familiares y amigos en la Plaça de Catalunya de Barcelona. Preferí que la despedida fuera rápida porque no quería ponerme sentimental delante de tanta gente y de las cámaras de Barcelona TV, así que me hice el duro y me puse en marcha hacia la salida de la ciudad seguido de algunos valientes montados en sus bicicletas. Al principio éramos un grupo respetable: algunos se quedaron en las afueras para devolver el vehículo en la última estación de Bicing, el servicio de bicicletas públicas de Barcelona; otros se fueron despidiendo a medida que avanzábamos por el Maresme; y cuatro llegamos a Girona, final de etapa, esa misma tarde, 104 km en poco más de cinco horas de pedalear.
La primera parte de la ruta se dirigía al norte, bordeaba el Mediterráneo al llegar a Francia, atravesaba Italia por las estribaciones más meridionales de los Alpes y se internaba en Eslovenia para, desde ahí, adentrarse en Europa Oriental. Mis amigos Scott Hayashida y Xavi Normal me han acompañado dos semanas hasta aquí, Ljubljana, la capital de Eslovenia. Les agradezco mucho su compañía porque cuando haces una ruta de estas características, especialmente de tal duración, el principal problema no suelen ser las piernas sino la cabeza. Viajar solo puede ser muy agradable y es altamente recomendable para poder reflexionar y tener más opciones de conocer a gente nueva por el camino; pero estar 15 meses solo es una prueba tan dura como ascender al Tourmalet. Por eso me alegré tanto cuando ese par de locos me informó de que no permitirían que les echara de menos nada más empezar mi periplo.
Durante estas dos semanas he repetido la ruta que hice en el 2004, cuando viajé de Barcelona a China con mi amigo Enric Masferrer. La decisión de repetir el mismo camino se debe a mi interés en ver cómo ha cambiado todo en ocho años y también porque me tengo muchas ganas de volver a ver a las personas que conocí entonces. Tal como ocurrió aquella vez, tanto Catalunya como Francia e Italia han resultado especialmente duras de cruzar en bici por diversos motivos: el tráfico, el calor de agosto, la falta de hospitalidad de muchas personas (no todas, evidentemente)…
A pesar de ello, hemos disfrutado infinitamente con algunos paisajes y poblaciones, a destacar la Camarga, la Provenza y la Côte d’Azur francesas y los Apeninos italianos y las ciudades de Piacenza, Cremona, Mantova y Padova. Ha sido un placer alternar entre días de pedalear entre campos de espliego y días de botar sobre los adoquines de las villas medievales. Perdonad que no incluya Venecia en esta lista, pero cualquiera que haya estado en la Serenísima supondrá qué tortura representa tener que arrastrar una bici tan cargada entre las mareas de turistas y subir y bajar los escalones de los cientos de puentes que cruzan los canales. Desde ahí, ha sido casi un paseo llegar hasta Ljubljana, eso sin obviar lo que sudamos para cruzar los Alpes Julianos, cuando ascendimos de prácticamente cero hasta más de 800 metros sobre el nivel del mar.
Durante estos días hemos alternado estancias en casas de huéspedes, hostales, hoteles y cámpings para poder ducharnos y lavar la ropa con lo que más me gusta: acampada libre en zonas remotas en medio de la naturaleza. Para ello contaba con mi Power Lizard UL, una tienda de un kilo de peso y tan espaciosa como la habitación de un hotel de cinco estrellas para poder alojarnos a mí y a mis alforjas con absoluta comodidad. Eso sí, la bici dormía fuera.
Ahora estoy en medio de un descanso de cuatro días en Ljubljana, donde me he encontrado con mi novia, para dar una pequeña tregua a mis piernas. Mañana vuelvo a cargar las alforjas en la bici y a tirar hacia el este, camino de Hungría. Tras ello, me queda cruzar el resto de Europa y pasar Rusia y Kazakhstán. Una vez ahí, superaré mi límite al sobrepasar la meta de mi anterior viaje: entraré en China y me dirigiré hacia el sudeste asiático hasta Indonesia, desde donde saltaré a Australia; una vez ahí, tendré que coger otro avión para llegar a Santiago de Chile, desde donde pedalearé hasta Canadá; ahí me toca otro vuelo hasta Casablanca, Marruecos, y desde ahí solo faltará cruzar el estrecho de Gibraltar y bordear el Meditarráneo hasta casa, Barcelona. Casi 40.000 km en 15 meses…
Xavi Narro ha trabajado como guionista en Barcelona TV, Mediapro y, hasta junio, en el programa APM? de TV3.
Pedaleará unos 40.000 km por cinco continentes durante 15 meses.
De momento ha recorrido la distancia entre Barcelona y Ljubljana, 1.554 km, en 15 días.
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