Estambul, Turquía, 6 de octubre de 2013
¡Hola equipo! ¿Cómo estáis? Yo muy bien, contento porque me acerco al final de mi vuelta al mundo en bicicleta pero a la vez triste porque esto se acaba. En la crónica de hoy os relataré cómo han ido mis últimos días en América y os explicaré la ruta que en sólo tres semanas me llevará de regreso a Barcelona.
Cruzar Estados Unidos de sur a norte ha sido una experiencia dura pero interesante. Después de mi último relato todavía me quedaba pedalear por los estados de Tennessee, Kentucky, Ohio y una esquina de Pennsylvania y Nueva York. A pesar de la fama de la hospitalidad sureña, también en el norte fui muy bien recibido y no tuve problema alguno.
Lo peor de todo, no es ninguna sorpresa, ha sido el viento. Un ciclista experto me explicó que en esta época siempre sopla del norte, así que lo tuve de cara prácticamente cada día. Aunque no fuera más que una brisa, cuando vas cargado como una mula incluso un suspiro te frena. Pero a estas alturas de mi viaje, he podido tomármelo con mucha calma y no enfadarme con el aire. Después de 14 meses pedaleando, ya era hora de que aprendiera la lección, ¿no? Así pues, el viento no me ha impedido disfrutar de las joyas del camino.
Por ejemplo, por más pequeña que sea, toda población americana conserva un centro histórico muy bien cuidado. Los edificios más antiguos suelen datar del siglo XIX o principios del XX, sean mansiones de madera con dos pisos, porche y veranda o centenarios complejos industriales de ladrillo. En este sentido, cabe destacar el pintoresco barrio de Old Louisville, en Kentucky, donde se da la mayor concentración de viviendas de la era victoriana del mundo.
También la naturaleza ha sido motivo de asombro. Tras dejar atrás las planas zonas pantanosas de Mississippi, me interné en un paisaje más accidentado dominado por colinas ondulantes cubiertas de hierba azul. En este tramo, los desniveles constantes se añadieron a la oposición del viento para dificultar mi avance, pero la belleza de los pastos me hacía olvidar el sufrimiento. Además, no pasaba día sin que viera una gran multitud de ardillas, armadillos, mapaches y ciervos, incluso algunos vivos.
Así llegué a la orilla del gigantesco lago Erie y lo bordeé hacia el noreste durante cuatro días. Fue aquí donde me quedé paralizado al llegar a Barcelona. ¡Casi se me había hecho corto el viaje! Pero el pequeño puerto pesquero de Barcelona, en el estado de Nueva York, estaba aún a un mes de pedaleo de mi auténtica ciudad. Cerca de ahí conocí a Deb y Hob, una pareja sexagenaria que viajaba en tándem. Me contaron que en unos 30 años habían pedaleado 170.000 km por todo el mundo. Y luego me creo que yo soy todo un rodamón…
Pronto llegué al río Niágara, por el cual fluyen las aguas del Erie hacia el lago Ontario, y al cruzarlo sobre el Peace Bridge llegué a Canadá. Mi primera experiencia en este nuevo país me descubrió la hospitalidad norteña: Greg, un canadiense jubilado recientemente, me acompañó un buen trecho, me llevó por los mejores caminos para ver las famosas cataratas y finalmente me invitó a su casa. Desgraciadamente, al día siguiente tenía que llegar a Toronto, así que tuve que rechazar su invitación.
Así pues, el día 1 de octubre llegué a la capital de la provincia canadiense de Ontario y me encontré con Mauri y Noret, unos catalanes que se instalaron en esta ciudad hace dos meses para trabajar y ver qué pasa. He estado con ellos durante cuatro días mientras esperaba que saliera mi vuelo hacia Casablanca (con escala en Estambul, desde donde os escribo estas líneas). Me han sacado de paseo, me han metido en restaurantes, bares y discotecas con sus amigos y me han recordado lo que es vivir en sociedad. Por un rato, casi han conseguido que me olvidara de las ganas que tengo de llegar a casa.
Y así ha terminado la parte americana de mi viaje. Seis meses después de aterrizar en Santiago de Chile y tras unos 16.000 km, he llegado a Canadá. Como os decía, ahora estoy a medio camino de Marruecos. Ahí me encontraré con mi amigo Xavi Normal, que recordaréis porque también me acompañó durante las dos primeras semanas del viaje, y juntos seguiremos la costa atlántica hasta cruzar el estrecho de Gibraltar. Desde ahí, se trata de seguir el Mediterráneo hasta casa, trayecto a lo largo del cual se nos van a unir todavía más amigos: Scott Hayashida, que también vino durante los primeros 15 días, y los hermanos Marshall, con quien viajé casi tres meses desde Kazajistán, pasando por China, hasta Vietnam. Así pues, como veis, queda muy, muy poco, así que no os lo perdáis porque de momento ¡seguimos rodando!
Xavi Narro ha trabajado como guionista en Barcelona TV, Mediapro y, hasta junio de 2012, en el programa “APM?” de TV3. Pedaleará unos 40.000 km por cinco continentes durante 15 meses. De momento ha viajado entre Barcelona y Toronto, 35.625 km, en 435 días. También podéis seguir su viaje en:
www.rodamon.tv
Facebook: Rodamón.tv
Twitter: @Rodamontv
Rodamón, resum dies 339 a 373: Panamà – Mèxic from Rodamón on Vimeo.