Majes, Perú; 1 de mayo de 2013
¡Saludos, colegas! ¿Cómo va eso? ¿Ya vais teniendo alguna aventura en la intemperie de vez en cuando? ¿Alguna excursión en bici por la montaña, alguna salida a escalar en la naturaleza, alguna acampada bajo las estrellas? Espero que sí, y si no, bueno, no os preocupéis, yo tengo experiencias para llenar un libro e intentaré contagiaros de la necesidad de visitar nuestro lado salvaje antes de que sea demasiado tarde. La última vez os escribí desde Antofagasta, Chile, cuando acababa de salir del sector más árido y despoblado del desierto de Atacama. Pues bien, desde allí decidí abandonar la carretera Panamericana para continuar hacia el norte por la costa, ya que parecía una ruta más entretenida. Pero lo cierto es que el desierto no se acaba en Antofagasta, sino que se extiende incluso hasta llegar a Perú.
Por suerte, pedalear al lado del océano era más refrescante que hacerlo simplemente entre dunas. En realidad, el paisaje de la costa del Norte Grande de Chile es como una inmensa playa de arena que baja desde la sierra hasta donde rompen las olas del Pacífico. Esta ruta también contaba con más puntos de avituallamiento, así que pude ahorrarme tener que cargar con diez litros de agua como en Atacama.
Lo peor del camino costero fue regresar a la Panamericana una vez en Iquique. Esta ciudad descansa junto a la playa y a los pies de un largo y vertical barranco que se supera mediante una vertiginosa carretera que lo cruza en diagonal de abajo a arriba hasta llegar de vuelta al altiplano. En seis quilómetros se salva un desnivel de 500 metros, y en los siguientes 40 km se alcanzan los 1.000 metros sobre el nivel del mar. Otra vez en la pampa, me sorprendí mucho al ver árboles silvestres por primera vez en semanas. Tuve el placer de acampar por una noche en un pequeño bosque de tamarugos, una especie autóctona del desierto chileno que es de las pocas capaces de aguantar tales condiciones de aridez extrema.
Desde allí, el camino hacia Arica, la última ciudad chilena en mi ruta hacia el norte, fue un monótono pedalear por el altiplano interrumpido súbitamente por varias estrechas y profundas quebradas excavadas por el agua durante miles de años. Tras la caída en picado hasta el riachuelo, flanqueado de vegetación e incluso huertos, tocaba remontar un desnivel de hasta 1.000 metros para regresar a la pampa.
Este ejercicio extremo, repetido múltiples veces cada día, me dejó tan exhausto como si no llevara nueve meses pedaleando por el mundo. Por suerte, en Arica contacté con Mireia y Daniel a través de mi amiga del colegio Andrea y durante un día me hicieron sentir como en casa y pude recuperar las fuerzas. Sin embargo, al día siguiente entré en Perú y el panorama no mejoró como me había imaginado. Por supuesto estoy contento de poder visitar un nuevo país y de que mi viaje avance sin problemas, pero el desierto continúa, las quebradas son aún más profundas y para rematarlo las estribaciones inferiores de los Andes me obligan a superar desniveles todavía más exagerados y las carreteras no son tan buenas como las chilenas.
Sin embargo, el paisaje es realmente espectacular y cuando me toca acampar disfruto más que en un hotel de lujo, solo en medio de las montañas peladas, acompañado por un puñado de cactus altos y delgados como centinelas y bajo un manto de brillantes estrellas sureñas. También sigo contando con la suerte de toparme solo con gente amable que me aconseja sobre la ruta, me explica sobre su país y me desea lo mejor para mi viaje. En nueve días más llegaré a Lima y desde ahí me quedarán dos semanas para llegar a Ecuador. Luego, Colombia, América Central, América del Norte, desde ahí a Marruecos en avión y después ya es un paseo hasta volver a casa. Sí, señoras y señores, esto se va acabando, pero aún queda carretera para rato, así que ¡seguimos rodando!
Xavi Narro ha trabajado como guionista en Barcelona TV, Mediapro y, hasta junio de 2012, en el programa “APM?” de TV3.
Pedaleará unos 40.000 km por cinco continentes durante 15 meses.
De momento ha viajado entre Barcelona y Majes, 23.599 km, en 277 días.
También podéis seguir su viaje en:
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@Rodamontv