Aunque ya teníamos expectativas altas para este viaje, las superó con muy buena nota. Tuvimos suerte con el tiempo y todo fue muy rodado, muy fácil, muy práctico. Después de 23 horas de viaje, pasando por Tokio, llegamos al aeropuerto de Chitose, en la isla de Hokkaido. Antes de aterrizar, ya pudimos ver todas las terrazas y las cubiertas de los edificios llenas de nieve.
Empezamos a conducir en dirección a Niseko, un viaje de 2 horas, en el cual, a cada kilómetro que avanzábamos, veíamos más nieve. Comenzó a nevar muy fuerte a falta de unos 35 km para llegar a nuestro destino. Nos alojamos en un pequeño hotel, al lado de la carretera, entre el pueblo de Niseko y la ciudad de Kutchan. El solo hecho de conducir por carreteras donde no se ve el asfalto ya era una aventura en sí. Durante los 12 días que estuvimos, podríamos decir que cogimos una rutina. Cada día, durante la cena, mirábamos el parte del día siguiente para decidir el plan. La decisión era muy fácil: si durante la noche nevaba mucho, al día siguiente haríamos resort. Si, por el contrario, no nevaba de nuevo, el plan era hacer alguna ruta de backcountry.
Y así todos los días. Nos levantábamos temprano; algunos días ya comprábamos el desayuno el día anterior, hacíamos una parada en algún «convenience store» (como Lawson o 7Eleven) para comprar café y comenzábamos el día. Tanto si hacíamos resort o backcountry, normalmente entre las 14 y las 16 ya estábamos de nuevo en el coche buscando un sitio para comer. Llegábamos a casa, nos duchábamos (aunque algunos días fuimos al «onsen», los tradicionales baños de aguas termales japoneses), descansábamos e íbamos a cenar entre las 18 y las 19, a la hora local. Volvíamos al hotel, comentábamos un poco el plan del día siguiente y nos íbamos a dormir.
A escasos 20 minutos teníamos Niseko United, que engloba 4 estaciones (Niseko Annupuri, Niseko Village Resort, Niseko Tokyu Grand Hirafu y Niseko Hanazono Resort); aunque también fuimos a Rusutsu un día, la estación más grande de todo Hokkaido. A diferencia de lo que estamos acostumbrados en Europa, las estaciones en Hokkaido son pequeñas, los puntos más altos no llegan a 1.100 m y no tienen mucha pendiente. Aún así, con la cantidad y la calidad de la nieve, es el patio perfecto para unas vacaciones de esquí.
Al final hicimos mitad resort, mitad backcountry. Y para nuestra sorpresa, descubrimos un backcountry que no tenemos en los Pirineos. Normalmente, desde el coche hasta el punto más
alto del día, hacíamos una hora o una hora y media subiendo; luego, allí hacíamos la primera bajada y luego podíamos hacer un par o tres de bajadas más, subiendo otra vez al punto más alto, en unos 15-25 minutos. Y cada bajada con nieve virgen y, como mínimo, con nieve hasta la cintura. Pudimos ver distintas zonas haciendo backcountry, desde una ruta costera en la que
durante toda la segunda mitad de la ruta veíamos el mar, hasta subir al volcán más alto de la zona, el Mount Yotei (1.898 m). Al no tener mucha pendiente en general, todas las zonas son
bastante seguras, lo que nos daba bastante libertad para movernos y encontrar zonas sin trazas y disfrutar de la mejor nieve que nunca habíamos esquiado. Además, las subidas no tenían nada complicado técnicamente; al haber mucha nieve, simplemente tenías que ir buscando la mejor trazada para superar el desnivel, eso sí, el que abría traza se cansaba el triple.
Estamos seguros de que el año que viene volveremos a esquiar en tierras japonesas. No solo hemos esquiado con la mejor nieve de nuestras vidas, sino que además había tal cantidad de nieve que nunca esquiamos con nieve por debajo de la rodilla. Y esto, sumado a toda la experiencia culinaria con los ramens, los sushis, los tonkatsu, el choque cultural, los paisajes más
blancos que jamás habíamos visto y un equipo de 4 amigos, hicieron de este viaje una experiencia inolvidable.
PRODUCTION & MEDIA:
ApperStudio
apperstudio.com
RIDERS:
Pol Tarrés
poltarres.com
Eloi Paré
Alex von Arend
Albert Joaniquet